Al final del apartado titulado “Un tour de lecture”, traducido al español como “Un estilo de lectura” (aunque tour significa “viaje” o “recorrido”, lo cual tendrá su relevancia), Nancy y Lacoue-Labarthe dan a conocer, sin pronunciarse sobre su funcionamiento, el epígrafe de su texto. Se trata de un fragmento de Más allá del principio de placer de Sigmund Freud. Sin embargo, aunque es presentado explícitamente como un epígrafe, carece de la colocación “clásica” que así lo caracterizaría, si por aquel entendemos una frase o cita al comienzo de un texto que sugiere su contenido. El texto que sí es colocado en el lugar correspondiente al de un epígrafe —si no del trabajo completo, al menos de este apartado— es el siguiente:
“Usted me demuestra haber leído mis Écrits, lo que, según parece, no equivale necesariamente a que se me comprenda [m’entendre].”[1]
Se trata de un fragmento extraído de “Radiofonía”, escrito que reúne las respuestas de Lacan a las preguntas planteadas por Robert Georgin para la radiodifusión belga en 1970, y cuya publicación original tuvo lugar en Scilicet. ¿Cuál fue la pregunta? “En los Escritos, usted afirma que Freud anticipa, sin dar cuenta, las investigaciones de Saussure y las del Círculo de Praga. ¿Puede usted explayarse acerca de este punto?”.[2] Esta pregunta sorprende a Lacan, porque, como él mismo lo señala: “comporta una pertinencia que contrasta con las pretensiones de ‘entrevista’ que tengo que descartar”.[3] Intelectual, novelista y ensayista, Robert Georgin mostraba estar a la altura para un encuentro así.
Esa frase utilizada como epígrafe (en su función “clásica”) posee ecos en diferentes momentos de la enseñanza de Lacan. Retomemos nuevamente la sesión del 20 de febrero de 1973. Antes de aconsejar a su auditorio la lectura de ese breve libro, destaca que “leer no es de ningún modo algo que nos obliga a comprender”. Ante todo es necesario leer. Esto nos lleva a ubicar el “epígrafe” que, por nuestra parte, hemos utilizado para este scriptorium, y que aquí transcribiremos en su composición completa como párrafo que inicia ese apartado de El título de la letra:
“La publicación de los Écrits fue, como puede leerse, una demanda de lectura. Pero esta lectura, después de todo, queda todavía por hacerse. El tiempo de la lectura es siempre tardío, y el de Lacan no escapa a esta regla, tanto más cuanto que, en este caso, el fenómeno se ha visto retardado por todo lo que, en los Écrits o alrededor de ellos, pudo convertir la demanda en deseo, es decir, frenar o prohibir la lectura misma; esto es, la autoridad (no exenta de misterio) del análisis, la constitución de una Escuela, la producción por último, o la repetición, por la palabra lacaniana, de esos mismos efectos.”[4]
¿Una demanda de lectura? ¿Una demanda de lectura que, además, sufre una demora o un retraso a causa del propio Lacan? Los autores ofrecen dos referencias al respecto de esta aseveración, ambas fechadas en 1967, apenas un año después de la publicación de Écrits. En “La equivocación del sujeto supuesto saber”, Lacan asevera:
“Ningún crítico, desde la publicación de mi libro, cumplió con su oficio, que es el de dar cuenta [rendre compte], salvo uno llamado Jean-Marie Auzias, en uno de esos libritos de morondanga cuyo bajo costo no disculpa las negligencias tipográficas, que se llama Claves del estructuralismo [Clefs pour le structuralism]:[5] se me consagra el capítulo IX y se usa mi referencia en los otros. Jean Marie Auzias, repito, es un crítico estimable, avis rara. A pesar de su caso, solo espero de aquellos a quienes aquí hablo que confirmen el malentendido”.[6]
La posición de Lacan parece tener su fundamento en la consideración de que su empresa [entreprise] no supera el acto en el que se halla capturada [prise], siendo así que su única posibilidad sea la de la equivocación [méprise]. El primer mérito de Auzias reside en nunca perder de vista este aspecto: reconoce a Lacan como “un psicoanalista freudiano de estricta obediencia” y, en ese sentido, no lo mete en el mismo saco junto a los estructuralistas. La justificación que este autor da de su acercamiento a los Écrits radica en la confluencia de las investigaciones de Lacan con las de Claude Lévi-Strauss, aunque también esboza algunos paralelismos con Michel Foucault. Eso no significa que Lacan sea un estructuralista más.
La segunda referencia es a “El psicoanálisis. Razón de un fracaso”, donde Lacan habla de la “pizca de entusiasmo” que acogió sus palabras “tan desleídas”, mismas que fueron recibidas bajo el signo de una “trabazón psicologizante”, y en cuyas líneas finales indica: “Cuando el psicoanálisis haya depuesto sus armas frente a los impasses crecientes de nuestra civilización (malestar que Freud presentía) serán retomadas ―¿por quién?― las indicaciones de mis Escritos”.[7] Y a pesar de ello, Lacan mismo advierte: “Es que tampoco he querido un éxito de librería, ni su enganche al revuelo alrededor del estructuralismo, ni lo que para mí es solo poubellication… Es que pienso que el ruido no conviene al psicoanalista, y menos aún al nombre que lleva y que no debe llevarlo a él”.[8]
Ahora bien, Nancy y Lacoue-Labarthe consideran que se trata de una doble ley: el texto se da a leer, al mismo tiempo que “deporta o pospone” [déporte ou reporte] incesantemente las condiciones de su lectura. Al ser así, todo texto sufre una demora de lectura. Sin embargo, no podemos pasar de largo que algunos de los factores que ellos mencionan sólo aplican específicamente a los textos de Lacan. La autoridad del análisis que no estaría exenta de misterio (pero, ¿dónde radica lo “misterioso” de esa experiencia?), la constitución de una Escuela (¿de qué manera habría influido en ello?) y los efectos de producción/repetición por la palabra lacaniana (¿es que su insistencia habría tenido el efecto contrario?). Lo anterior lleva a una pregunta: ¿por qué ellos han decidido leer a Lacan? ¿Por qué es que han decidido leer uno y ese texto de Lacan?
Los autores aseguran no carecer de “razones”, pero estas sólo podrán mostrarse en la lectura misma, la cual, por cierto, no estará exenta de un desvío. En efecto, el ejercicio de “comentario clásico” (y desde este momento podríamos calificarlo además de “universitario”, lo cual es un calificativo que ellos mismos utilizan) no puede evitar que ese recorrido (tour) transite por un desvío (détour), desbordando así su curso a causa del texto leído. Los desvíos en la lectura son parte de la lectura misma. Habremos de tomar especialmente en cuenta este aspecto para los próximos envíos.

[1] “Radiofonía”, en Otros escritos, tr. Margarita Álvarez, Paidós, Barcelona, 2012, p. 425.
[2] Idem.
[3] Idem.
[4] Jean-Luc Nancy y Philippe Lacoue-Labarthe, El título de la letra, tr. Marco Galmarini, EBA, Barcelona, 1980, p. 9.
[5] Traducido al español como El estructuralismo, tr. Santiago González Noriega, Alianza, Madrid, 1970. El capítulo dedicado a Lacan fue incluido en el volumen Lacan 66. Réception des Ecrits, textos escogidos por Danielle Arnoux, Émilie Berrebi, Monique Boudet y Janine Germond, Epel, Paris, 2016.
[6] “La equivocación del sujeto supuesto saber”, en Otros escritos, p. 358-359.
[7] “El psicoanálisis. Razón de un fracaso”, en Otros escritos, p. 369.
[8] Ibidem, p. 364.

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