Retomo una distinción establecida por Michel Foucault en 1970, entre el “intelectual universal” y el “intelectual especifico”. El primero pretende hablar en nombre de otros, asumiéndose el portador de una verdad, un saber y/o una moral que defina las conciencias. Su imposición inaugura una disyuntiva: “conmigo o en mi contra”. Esta situación delimita al mismo tiempo una inclusión y una exclusión, expresada en un “nosotros” y un “ellos”.
En contraste, el “intelectual específico” ha renunciado a fungir como una instancia representativa. No se plantea como portavoz de un “nosotros”. Habita una soledad (pero no un aislamiento) que rompe con cualquier lógica disyuntiva. Le concierne hacer un cuestionamiento determinado, que dé cuenta de su propia posición, pero sin la pretensión de universalización ni generalización a nombre de una colectividad (sea ésta un grupo, una escuela o una comunidad).
Esta diferencia ha sido retomada por Jean Allouch en su libro La escena lacaniana y su círculo mágico, para distinguir dos tipos de enseñanza en el campo freudiano. La primera es la del maestro que se dirige a sus alumnos demandando se esté de acuerdo con él, en tanto que se asume poseedor de la verdad y el saber. La posición contraria es la de aquel que estudia y presenta un problema determinado, demandando a su auditorio “poner su parte”, contribuyendo a su investigación, criticando incluso más allá de lo que quisiera, pero sin exigir una adhesión. Aquí la relación no se establece con el sujeto sino con la cosa, el asunto en cuestión.
A decir de Allouch, la posición de Freud y Lacan (pero también la de Foucault) puede ser definida así, como sujetos sin un “nosotros”, solos pero no aislados. Freud en su relación con la verdad, Lacan en su relación con la cosa freudiana.
Sin embargo, Allouch también reconoce que Lacan no siempre mantuvo esta posición (y algo similar podría decirse con respecto a Freud). Este viraje tuvo lugar a partir del pasaje de su seminario de Sainte-Anne a la École Normale Supérieure y la fundación de la École freudienne de Paris. La demanda de adhesión, a la par de una exigencia de fidelidad, se hizo manifiesta cuando la cosa freudiana devino en causa freudiana. Como ya Moustapha Safouan lo advirtiera un par de años antes, el asunto es que “no se puede ser psicoanalista y militante” al mismo tiempo.

