Dos aporías artificiales del análisis

En su artículo “Tres análisis», publicado originalmente en la revista l’Unebévue en 1996, Jean Allouch retoma la equivalencia entre analizar y transliterar que puso de relieve en Letra por letra (1984), señalando de ella una razón y una consecuencia. La razón radica en que lo transliterable está analíticamente orientado o vectorizado, lo que significa que cuando algo es analizado (o descompuesto) puede volver a ser sintetizado (o recompuesto). Esta reversibilidad del análisis tiene como consecuencia que la transliteración encuentra una solución a las aporías —calificadas de “artificiales”— del análisis.

¿Cuáles son estas aporías? La primera se halla forjada a partir de un cuestionamiento del carácter terminable o interminable del análisis. A diferencia de una lectura-hermenéutica (a la Paul Ricoeur), que nunca agota el sentido de los textos, dejando la puerta abierta para nuevas interpretaciones, una lectura-desciframiento se cierra completamente. Allouch ya lo había señalado con anterioridad: el sueño tiene una y sólo una interpretación, justo como un rébus tiene un sólo y único desciframiento. Entendido así, el análisis de un sueño (pero también de las diferentes formaciones del inconsciente) nunca es interminable. Al respecto, el ombligo del sueño no funge como una invitación para una interpretación infinita, sino que opera como un límite a la interpretación, lo que más recientemente ha destacado al acentuar la faz de acto de toda formación del inconsciente.

La segunda de las aporías concierne a la existencia de elementos literales primarios que serían no descomponibles. A esta tesis se opuso la teoría de una descomposición indefinida y/o infinita, es decir, la desconstrucción. Mientras que para Jacques Lacan la letra/carta [lettre] posee la cualidad de no aceptar la partición, para Jacques Derrida esa sería una tesis dogmática, un postulado insostenible que erige a la letra como idealidad. Sin embargo, Derrida pierde de vista un punto esencial del recorrido analítico: que “no hay otra posible salida del impasse imaginario que tomar en cuenta la función de la letra que sufre demora”, la cual, en la partida analítica, se pone en juego a nivel de la transferencia.

Y es que el impasse imaginario deviene cosa de nunca acabar, lo que tal vez hallaría equivalencia con una transferencia nunca cerrada en tanto que no analizada. No resulta extraño, por lo tanto, que la lectura derridiana de «La carta robada» de Edgar Allan Poe haya concluido precisamente con un juego “de identificación rival y dúplice de los hermanos”. Es decir, precisamente en un callejón sin salida en el imaginario.

El artículo de Jean Allouch, «Tres análisis», traducido por Silvio Mattoni y publicado en Litoral 23/24, Córdoba, 1997 puede ser consultado y descargado desde aquí.

Jacques Lacan / Jacques Derrida / Paul Ricoeur / Jean Allouch

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