Traducción de “Lacan à l’envers d’un post-scriptum” de Jean-Claude Milner, texto publicado originalmente en Le Diable probablement, nº 9, 2011, pp. 79-84 y luego retomado en La Puissance du détail. Phrases célèbres et fragments en philosophie, Grasset, París, 2014.
L’Étourdit culmina con una datación: “Beloeil, el 14 de julio de 1972”. Luego viene un post-scriptum, impreso en caracteres más pequeños y líneas más cortas, como un colofón: “Beloeil, donde cabe pensar que Charles I, aunque / no de mi línea, me hizo falta, pero no, que se / sepa, Coco, forzosamente Beloeil, por habitar el albergue ve-/cino, o sea el ara tricolor que sin tener que explorar su / sexo, tuve que clasificar como hetero — por el hecho de que se / lo diga ser hablante.”[1] Hasta ahora he reproducido el texto de la revista Scilicet. En adelante me ceñiré a la edición de los Otros escritos.
El post-scriptum intriga. Se desea interpretarlo. Lo he intentado. En retrospectiva [après coup], me doy cuenta de que, al cabo de mi desmontaje, he puesto de manifiesto lo que me ha mantenido en Lacan luego de tantos años. O, para invertir la proposición, me doy cuenta de que aquello de lo que me ocupo, luego de tantos años, lo encuentro en Lacan. Siéntanse libres de imputarme el círculo del investigador. Se sabe que éste sólo reconoce en las pistas aquello que habla de él.
Como se trata de un post-scriptum, es evidente que el texto al cual ha sido añadido debe ser tomado en cuenta. Por mi parte agregaría la datación, que no es indiferente. Finalmente, el insistente nombre Beloeil llama la atención.
Beloeil se encuentra en Bélgica. La familia de Ligne tiene allí su residencia histórica, célebre por sus jardines. Fueron descritos por el príncipe Charles-Joseph de Ligne en Coup d’œil sur Beloeil (Un vistazo a Beloeil), publicado por primera vez en 1781. Al mencionar a Beloeil, Lacan coloca su texto en continuidad con el del príncipe de Ligne, quien aparece, mediante una homofonía, en la locución “aunque no de mi línea [de ma ligne]”. Es debido a la secuencia Beloeil-ligne que uno deduce el jardín. Ahora bien, el jardín está presente en L’Étourdit: “Se sabe que me esmeré durante diez años por hacer jardín a la francesa de esas vías a las que Freud supo pegarse en su diseño […]”.[2] Nadie puede ignorar el alcance doctrinal de semejante frase. Pero, desde el punto de vista que nos ocupa, ésta sitúa el punto de intersección textual entre L’Étourdit y su post-scriptum. Para mayor claridad, de ahora en adelante reservaré el nombre L’Étourdit para el cuerpo del artículo, como si el post-scriptum, L’Étourdit y su datación fueran tres textos separados.
Ahora podemos pasar a la literalidad del post-scriptum. Para introducirlo, Lacan habría podido limitarse a un vínculo con el lugar: “donde… etc.”, adjuntándolo directamente al nombre de Beloeil incluido en la datación; de esta forma, habría preservado la continuidad del texto. Pero no escribió eso. Eligió cortar, saltar de línea y repetir Beloeil. El post-scriptum se vuelve autónomo. Tenemos derecho a considerarlo por sí mismo.
Gramaticalmente, se trata de una aposición. ¿A qué? ¿Sólo al nombre de Beloeil? Precisamente no, porque entonces no habría sido necesario repetirlo. Más bien, una aposición a toda la datación. El post-scriptum explica la locución “Beloeil, el 14 de julio de 1972”.
Si ese es el caso, entonces hace falta determinar mejor qué los conecta. Para el nombre Beloeil, la repetición es suficiente. Queda pendiente la fecha. ¿Qué responde el post-scriptum? La respuesta se halla en los jardines. Ya sabemos que el post-scriptum fue visitado debido a los jardines del príncipe de Ligne. Estos nos remitieron, en L’Étourdit, al “jardín a la francesa” (subrayo). En las tres palabras “a la francesa” está la relación. Especificación nacional del jardín, día de la fiesta nacional, el engarce del post-scriptum a la datación depende del adjetivo francés.
Pero no se trata de la Francia eterna; se trata de la Francia de 1972. En resumen, post-68. Los “sobresaltos de la juventud” son mencionados en L’Étourdit algunas líneas antes del post-scriptum. Charles I es De Gaulle. “Aunque no de mi línea [de ma ligne]”, aparte de ser la alusión al príncipe de Ligne, se trata de línea política: Lacan no se reconoce en De Gaulle, y menos en la supremacía de la burguesía conservadora de la cual De Gaulle se hizo garante en el 68. Esta burguesía conservadora siempre erigió un baluarte de hipocresía contra el discurso psicoanalítico, especialmente en su versión lacaniana; en eso, De Gaulle no cambió nada. No actuó contra la hipocresía; peor aún, la restauró.
“Me hizo falta”, dice Lacan. Sólo falta aquello de lo que se puede esperar algo mejor. Es con este mejor que se relaciona la concesión “aunque no de mi línea”, para luego saltar a la constatación de la carencia que se deduce de ella. Aunque no se inscribió en la línea de verdad de la que atestigua el discurso psicoanalítico, De Gaulle no menospreció esa figura de regresión senil-infantil que fue el petainismo; sobre ese periodo, vuélvanse a leer las primeras páginas de “La psiquiatría inglesa y la guerra”.[3] Aunque sólo sea por eso, Lacan tiene razón al hablar de deserción; medido con el rasero de 1945, el hombre del retorno al orden de 1968 se mostró insuficiente para sí mismo.
De modo paralelo, Coco es el PCF (Partido Comunista Francés); así le decía el pueblo bueno. Al igual que Charles I, éste vive en el albergue vecino, a saber, Francia, que colinda con Bélgica donde se encuentra Beloeil. “Por habitar” es causal; el infinitivo tiene como sujeto a la vez a Charles I y Coco. La misma causa explica dos conductas aparentemente distintas, la de De Gaulle y la del PCF. Esta causa se enuncia: Francia, como albergue. A diferencia de la burguesía, sintetizada en De Gaulle comprometido con el mantenimiento del orden, el PCF no le falló del todo a Lacan. Al menos en el registro del saber: “que se sepa”. El enunciado se esclarece por comparación con Radiofonía: “Es evidente que ahora ellos [= los comunistas] se sirven de mí tanto como ella [= la hipocresía universitaria]. Menos el cinismo de no nombrarme: son personas honorables”.[4]
Es imposible ignorar la alusión al discurso de Marc Antoine, que caracteriza a los asesinos de esa manera. El aparente homenaje al PCF es por lo menos equívoco. Se invierte radicalmente al desdén si se sigue el hilo de las homofonías.
Suscitado por éstas, “Coco-bel-oeil” (Coco-bello-ojo) es una designación del tuerto, que antaño fue muy popular. François Mauriac da testimonio de ello. “Coco, forzosamente Beloeil” dice que el PCF es tuerto. Sólo puede ver con un ojo; no está seguro de que sea el correcto, pero, como tuerto, es el rey entre los ciegos. Mientras que Charles I (De Gaulle) era ciego haciéndose pasar por rey.
Coco y ara son nombres de loros, porque el PCF no hizo mas que repetir la voz de su amo; no la URSS sino simple y llanamente la burguesía misma. Otra vez Radiofonía en 1970: “Los comunistas, al constituirse en el orden burgués como contra-sociedad, sólo van a falsificar todo aquello en lo que el primero se honra: trabajo, familia, patria”.[5] De donde uno entiende que, a ojos de Lacan, el post-68, con Charles I y Coco, trajo de vuelta a Pétain. ¿Eco de La Cause du Peuple, de la que estaba advertido? Más bien un eco de la lengua: desde la isla de Yeu hasta Beloeil, opera el significante.
A raíz de este eco significante, sólo un lugar llamado Beloeil, y no el albergue vecino que es Francia, ofrecía un alojamiento en donde se podía decidir acerca del jardín nacional. “Donde” se refiere a “cabe pensar”, no a “me hizo falta”.
“O sea el ara tricolor”. “O sea” es ecuante, puede parafrasearse: es decir. Se ha admitido que la secuencia Coco-ara se puede leer en dos líneas, la del loro y la del PCF. “Tricolor” confirma esta lectura y abona a ella. Calificado de esa manera, el ara no sólo apunta al psitacismo del PCF. Como tricolor, es colocado por el “o sea” en la ecuación de “el albergue vecino” que es la Francia. El lector descubre en el mismo movimiento que el pájaro parlero ocultaba en su nombre un ara pacis, un altar dedicado a la paz social — altar y loro, piénsese en Un cœr simple (Un corazón sencillo) de Flaubert. La paz se concluyó durante los acuerdos de Grenelle. Basta decir que el ara tricolor se encuentra en la exacta intersección de Charles y Coco, como “Beloeil, el 14 de julio de 1972” se situaba en la exacta intersección del jardín a la francesa y la fiesta nacional. Las dos intersecciones se confirman mutuamente. En su adición, encontramos una y otra vez a Francia como una nominación imaginaria.
Evocando al pájaro parlero, Lacan encuentra a la nación parlanchina. Pero la trayectoria de su tiro es mucho más precisa: no se trata sólo de Francia como hablante, sino de lo que autoriza a decir que Francia sea hablante, a saber, su lengua.
No es necesario comprender “ser hablante” [être parlante] como un sintagma nominal (ese que Lacan sustantiva en parlêtre), sino más bien como un sintagma verbal, combinando el verbo “ser” al infinitivo y un participio presente en función de atributo de complemento de objeto. “Por el hecho de que se lo diga ser hablante” = que se diga de él que es hablante y no que se diga de él que él es un ser hablante. A no ser que el equívoco sea intencional. Lacan golpea en el corazón de la ilusión nacional. Ésta consiste en hacer pasar a la Francia por un ser hablante — un parlêtre. La voz de la Francia, como se la conoce.
Sin embargo, Francia no es un parlêtre; ahí se habla, eso es todo. Hay una lengua, claro, pero se la imaginariza desde el momento en que, llamándola francesa, se la inscribe en el registro de lo nacional. Desde el momento en que se la convierte en el pegamento imaginario de un grupo. A partir de ese momento, se la desanuda del real del ser hablante para transformarla en un grito mimético. El ara tricolor se convierte, al cabo del post-scriptum, en el nombre indistinto de la Francia locuaz, de su lengua nacional y de su pasión por la pluma [plume], entre brío [panache] y plumíferos [plumitifs].
Es por lo que el ara tricolor no tiene sexo para explorar. Mediante él se blasona una nominación imaginaria; el sexo, en cambio, toca algo real. Pero ¿qué con la clasificación de “hetero —”? Téngase en cuenta el guion; este guion marca el lugar de una variable lógica; a cambio, constituye hetero como funtor. Se trata de la función “Hetero” que las escrituras de L’Etourdit asignan a la vertiente femenina. Lacan usa ocasionalmente el griego para designarla.[6] Pero el griego estaría fuera de lugar cuando se trata del adjetivo francés en tanto francés. Lacan alude aquí a la insistencia de lo femenino en lo legendario del nombre: La Francia (como se dice La Mujer); Marianne; la Marsellesa de Rude; la Libertad de Delacroix; la República, convertida en estatua sobre las plazas; la Sembradora de los sellos antiguos. En sentido propio, la Francia da el La; entendámonos: el artículo femenino singular, del cual no es importante determinar el sustantivo que sigue. Es suficiente con saber que, en la estricta lógica de totalidades, La — no existe. Y por eso “La Francia no existe”. Imagen invertida del real, la ideología francesa se basa en el axioma contrario: “La — existe”, de lo cual se desprende el mitema: “la Francia habla”. Consigna del loro.
En el transcurso del post-scriptum se retoman, concentrados en “hetero —”, las escrituras de la sexuación, que uno halla desarrolladas en L’Étourdit. En el transcurso de L’Étourdit, la locución “a la francesa” sitúa la línea de interpretación del post-scriptum por venir. El post-scriptum, a su vez, cobra vida con una cadena homofónica; cada anillo da lugar a un sentido nuevo, en su anudado con el anillo anterior, pero su encadenamiento se sostiene de una repetición silenciosa: las tres palabras “a la francesa”, repetidas sin cesar en los intervalos. En estas tres palabras se combinan el femenino gramatical y el significante nacional; a través de ellos se articulan, uno a otro, L’Étourdit, la datación y el post-scriptum, mediante el jardín. Sin ellos, todo se deshace. Con ellos, todo está anudado: fecha, lugar, Charles I, Coco, ara, escrituras de la sexuación. El post-scriptum introduce el nudo borromeano en la escritura.
Podemos intuir que a su reverso está escrita una nota de despedida. L’Étourdit le da licencia a Freud, pero también a los viejos esfuerzos del jardín a la francesa. Después del jardín, el post-scriptum rompe con todo lo que se pueda decir “a la francesa”: la República, devenida policiaca después del Gran Miedo de Mayo, la Revolución que sedujo a tantos allegados de Lacan, pero también y sobre todo la lengua, desde siempre imaginarizada. Desprendiéndose de ello, Lacan señala estos objetos para llamar la atención. ¿Alguna vez he dejado de seguir ese tenso dedo índice?
Traducción al español
por Jaime Ruíz Noé

[1] L’Étourdit fue publicado en Scilicet, nº 4, 1973, pp. 5-52. El texto fue retomado en Autres écrits, Seuil, 2001, pp. 449-495. El post-scriptum se halla en la p. 52 de Scilicet y en la p. 495 de Autres écrits [existe traducción al español: “El atolondradicho”, en Otros escritos, tr. Fraciela Esperanza y Guy Trobas, Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 473-522].
[2] “L’Étourdit”, en Autres écrits, op. cit., p. 457.
[3] El texto fue publicado en 1947 en L’Évolution psychiatrique; luego, fue retomado en Autres écrits, op. cit., pp. 101-120 [existe traducción al español: “La psiquiatría inglesa y la guerra”, en Otros escritos, tr. Vicente Palomera, op. cit., pp. 113-133].
[4] «Radiophonie», en Autres écrits, p. 440.
[5] Idem.
[6] “L’Étourdit”, en Autres écrits, op. cit., p. 467.
